BEATRICE, NUESTRO PEQUEÑO MILAGRO
El testimonio de dos jóvenes esposos, Elisa y Alejandro, nuevos miembros de ADMA Primaria de Valdocco.
Alessandro: Nuestro camino en ADMA comenzó hace 5 años con la invitación de don Roby a participar en los encuentros de los Primeros Pasos en Familia dirigidos a familias en los primeros años de matrimonio y, como nosotros, a parejas de novios que se preparaban para casarse.
Elisa: Yo conocía ADMA a través de la experiencia y comunicaciones de mis padres que pertenecían a ella desde hacía algunos años.
A: Para mí, en cambio, era una dimensión nueva, aunque había podido crecer en ambiente salesiano, durante los años de bachillerato y tenía curiosidad por esta propuesta.
E: La decisión de continuar el camino, a través de los encuentros mensuales de ADMA y la celebración del 24 del mes, fue, en cierto sentido, más bien natural, como una no decisión, pero en todo caso una respuesta a una propuesta de fidelidad en la que creíamos que era una gran oportunidad de bien para nosotros y para nuestra familia.
A: Repensando hoy nuestra historia, nos damos cuenta que desde el inicio de nuestro matrimonio, María supo llevarnos de la mano y conducirnos a Ella de un modo que no nos sintiéramos solos en el momento de nuestra primera gran tormenta, cuando junto a la alegría de saber que esperábamos otra niña después de Alice, tuvimos que enfrentarnos al miedo de saber que quizás esa hija no era para nosotros por estar afectada con una gravísima malformación cerebral, tal vez no compatible con la vida y casi seguro que no con una vida “normal” tal y como la entendemos.
Recuerdo aún la cara de Elisa cuando me explicó el resultado de la ecografía. El primer sentimiento fue de abandono total, pero poco después, con la dulzura, la firmeza y la confianza típicas de mi mujer en María, añadió que el Señor nos confiaba esa niña porque estaba seguro de que la cuidaríamos. Estas sencillas pero desafiantes palabras fueron para mí como un rayo de luz en la oscuridad... No estaba solo, tenía a mi mujer y especialmente a María a mi lado. Estaba claro lo que tenía que hacer; debía aceptar esta situación, aparentemente desesperada, confiando en que María no nos dejaría solos.
E: Tantos quizás, los humanos, que nos asustaron... pero sólo una certeza segura, la de no estar solos sino amados hijos: nosotros y la criatura que sentía patear y que durante meses espiábamos con ecografías. Al encomendarnos a María durante esos meses, saboreamos la dulzura de la oración hecha con el corazón y el alma aliviada de quien sabe que sus peticiones ya han sido concedidas. A través de Ella abrimos nuestro corazón a las personas que teníamos cerca, en la familia Adma nacieron nuevas amistades y otras se fortalecieron porque se apoyaron en el terreno común de la Fe y la confianza en María y Jesús.
A: Como si quisieran enseñarnos que la oración y la confianza total en ellos todo lo pueden, de modo casi inexplicable por y para los médicos, en cada control, el cerebro de Beatrice iba tomando una forma cada vez más normal, y en abril de hace un año hemos abrazado por primera vez a nuestro pequeño milagro. Todo lo que antes nos preocupaba, se estaba revelando inocuo en el tiempo.
E: Al contrario, hemos tenido que afrontar algo que no nos esperábamos, o sea la necesidad de una intervención quirúrgica por una malformación en el corazón que nunca había aparecido durante todos los controles del embarazo. Hemos aprendido así que nuestros afanes, con frecuencia no son nada y que todo lo que somos y nos sucede es y sigue siendo un Misterio en manos de la Providencia. Todavía hoy, estamos plenamente agradecidos y maravillados al pensar en la delicadeza con que María se ha hecho presente en nuestra casa, a través de la capillita, durante los días de intervención de Beatrice y su permanencia en terapia intensiva, o cuando más adelante inicie una tarea nueva. Descubrimos en nuestra historia Su presencia materna, premurosa pero discreta, orientando las pequeñas y grandes opciones de todos los días.
A: Nos llena de gratitud y nos maravilla mirar hoy hacia atrás y acordarnos que cuando don Roby nos preguntó qué característica queríamos darle a nuestro matrimonio, habíamos considerado precisamente en María y la Providencia como nuestro camino. Y en ADMA hemos palpado cómo todo esto puede ser vivido en lo cotidiano de modo verdaderamente fecundo para sí mismo y para los demás.
E: Y, como decía don Bosco, “María es nuestra guía, nuestra maestra, nuestra madre y no hace las cosas a medias”. Y henos ahora aquí para renovar nuestra entrega a Ella, seguros de ser asistidos por la gracia y de poder palpar con la mano otros milagros.
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