CARTA DEL RECTOR MAYOR DON ÁNGEL FERNÁNDEZ ARTIME
“El carisma salesiano en la animación de la familia vuelve a sus orígenes, y la familia en el encuentro con el espíritu de Don Bosco, aumenta en dinamicidad y gozo evangélico”. Hoy la familia vive una época muy delicada y necesita ayudas extraordinarias para su formación, su desarrollo y el ejercicio responsable de su tarea educativa. En este contexto se reaviva la importancia de tener una Pastoral Familiar y Juvenil abiertas la una a la otra y caminando juntas.
En la Carta de identidad carismática de la Familia Salesiana (n. 16) leemos: “especial atención se da a la familia, lugar primario de evangelización, destinado a preparar a los jóvenes al amor y a la acogida de la vida, primera escuela de solidaridad entre las personas y los pueblos. Todos están comprometidos en garantizarle dignidad y solidez para que se convierta, de forma cada vez más evidente, en una pequeña “iglesia doméstica”.
También la Asociación de María Auxiliadora se ha renovado en esta perspectiva y considera cada día más, la presencia de familias y parejas jóvenes que bajo la guía de María comparten un camino de vida, que incluye formación, comunicación y oración. María es Madre y Maestra de educación para llegar a ser esposos y padres. ADMA es un sostén en la vocación de los esposos, una gran ayuda para la educación de los hijos. El proyecto de la Asociación considera a las familias según una visión que involucra a toda la familia. Es el hilo que entrecruza en un bordado el camino de los padres con el de los hijos. En efecto, observando rezar y compartir la fe a los padres, los hijos aprenden a vivir en familia, en la presencia de Jesús y María. Los padres, observando a los hijos, se convencen cada vez más de que el testimonio de la fe es el don más hermoso que les pueden dejar en herencia, la herencia más rica que les pueden dejar. Hoy en día ninguna familia puede estar sola. Es necesario caminar para “ser Familia de familias”, compartiendo las alegrías y llevando juntos pesos y fatigas, con algunas atenciones.
- Poner en el centro al Matrimonio y Jesús en el centro del Matrimonio;
- Asegurar el primado de la Gracia,
- Experimentar cómo la oración se convierte en caridad.
Es fundamental el acompañamiento espiritual de cada uno y de las parejas, con la presencia de sacerdotes, de consagrados y de los mismos esposos que han hecho un hermosísimo camino de vida familiar conyugal, cristiano y salesiano, y que se convierten en guías preciosos en el camino de la fe, compartiendo experiencias de Dios que está en el corazón de su vocación y misión.
Andrea y María Adele Damiani
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