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“HAZ LO QUE ÉL TE DIGA”

Seguir a Cristo en la alegría y en el dolor de la mano de María Auxiliadora.

Somos Andrea y Elena.

A lo largo de estos días hemos recordado cuánto nos ha acompañado la Virgen paso a paso en cada momento de nuestra vida y cuántos regalos nos ha hecho.


Elena: el don de la fe. Lo hemos recibido personalmente desde niños, por distintos caminos, a través de la familia salesiana en las escuelas, en el oratorio y en las experiencias juveniles, y así como nos enseñó Don Bosco, hemos vivido y vivimos la figura de María como una presencia sencilla y constante en nuestra vida cotidiana.


ENCUENTRO Y MATRIMONIO

Andrea: Otro regalo que recibimos fue nuestro encuentro y posterior matrimonio. Nos conocimos en una peregrinación mariana y la primera vez que vi a Elena fue en una iglesia dedicada a María.

En el noviazgo, además de la alegría de estar juntos, afloraron algunas heridas que llevábamos en el corazón. Para mí, el miedo a perder mis afectos, porque mis padres se habían separado cuando yo tenía 11 años, y por tanto el riesgo de vivirlo todo como un «carpe diem», el riesgo de tomarlo todo e inmediatamente por miedo a perder, mientras que para Elena el miedo a casarse y entregarse por completo en este sacramento. Comprenderán bien que eran dos miedos que chocaban, que nos hubiera sido imposible casarnos por nuestras propias fuerzas. Así que tuvimos que encomendarnos inmediatamente a María, que nos recordó que para Dios no hay nada imposible y así, día tras día, un Ave María tras otra, el Señor curó nuestros corazones y nos llevó al matrimonio.


Nos casamos en Valdocco, hace 7 años, y el regalo dentro del regalo fue ver a María Auxiliadora y a Don Bosco abrirnos las puertas de su casa, nuestra celebración estaba prevista en su casa. Fue realmente conmovedor. El Espíritu Santo nos sugirió como Evangelio para ese día «Las Bodas de Caná» donde vimos resumida nuestra historia:

una cierta presencia de María que nos decía «haced lo que Él os diga», haced lo que el Señor os diga, y nosotros a nuestra pequeña manera, con el compromiso diario como quería Don Bosco, intentábamos llenar las tinajas seguros de que el milagro de transformar el agua en vino lo realizaría el Señor. De este amor nacieron Anna, de 4 años, y Beatrice, de 2 años.


ADMA

Elena: uno de los dones más grandes que hemos recibido de Ma´ría fue ADMA, de la Asociación de María Auxiliadora.

Empezamos este camino poco después de casarnos por consejo del sacerdote que celebró nuestra boda y de algunos amigos. Desde el principio, nos sentimos como en casa, como en familia.

Encontramos compañeros de viaje con los que compartir alegrías y apoyarnos en la vida cotidiana. También encontramos esa espiritualidad salesiana hecha de alegría y compromiso que ya habíamos conocido de niños y que sentimos que nos pertenece por completo. Hace dos años sentimos también la llamada y la necesidad de formar parte de esta familia, y así empezamos a asistir al curso de aspirantes que nos llevó a comprometernos a formar parte de la asociación el pasado mes de octubre.


ENFERMEDAD

Andrea: En ese mismo momento, mientras estábamos madurando nuestra decisión de unirnos a Adma, descubrimos que Elena tenía un tumor de mama maligno. Nada ocurre por casualidad. Fue una oportunidad para hacer que nuestra confianza en María madurara y para poner nuestras vidas completamente en sus manos. Fue fácil recibir el pañuelo azul y el carné de socio, más difícil nos pareció vivir abandonados a la voluntad de Dios. Durante esos días, sin embargo, nunca nos faltó la alegría, fruto no de nuestras propias proezas, sino de las Gracias que María prodigó abundantemente a nuestra familia. El miedo a quedarnos viudos con dos niñas pequeñas que criar, o para Elena a ser la última vez que podía dormir a las niñas por la noche, tocaba nuestros corazones pero nunca los abrumaba. Precisamente el día de la promesa, después de las hermosas fotos rituales, con la alegría indescriptible en nuestros corazones de pertenecer totalmente a Cristo a través de María Auxiliadora y Don Bosco, por la noche, de camino a casa, a Elena se le cayó todo el pelo, señal de que teníamos que desnudarnos del viejo y de la vieja, como nos recuerda San Pablo, porque el Señor nos estaba preparando para una nueva vida. Después de seis meses de tratamiento invasivo, este Jueves Santo, Elena fue operada y dimos las primeras gracias en la Basílica, el Sábado Santo, los cuatro

juntos, participando en la Vigilia Pascual.


Una semana después, nos llamaron del hospital y el oncólogo nos dijo que Elena estaba completamente curada. Todavía le quedarán años de cuidados preventivos, pero la curación es completa. De mvuelta a la Basílica, a los pies de María Auxiliadora, le dimos las gracias de todo corazón. Recuerdo que esa misma tarde, en nuestra casa, delante de la « capillita », es decir, la pequeña estatua portátil de María Auxiliadora que recorre todas las casas, nos arrodillamos con nuestras hijas y les comunicamos la buena noticia, añadiendo sushi y crodino para completar la fiesta. Su alegría fue un regalo que llevaremos siempre con nosotros.


Las oraciones por nosotros de toda la familia salesiana, de Adma en particular y de la Iglesia en general nos conmovieron y llenaron nuestros corazones de gratitud. Recibimos mensajes de África, de España, de América, un mundo en comunión con nosotros. Los amigos de Adma nos brindaron cariño, oración y cercanía constantes. Ni siquiera entre familiares, a veces, se puede experimentar un cariño tan profundo hecho de una sonrisa o un simple mensaje de WhatsApp con las manos cruzadas.


¡A todos nuestro más sincero agradecimiento!


Andrea e Elena: Somos testigos de que en la Basílica no está sólo la estatua de María sino su presencia viva.


Estremece pensar que de esta Basílica han salido infinidad de gracias y que en esta estela también nosotros podemos contar la nuestra porque formamos parte de esta maravillosa historia.


Estamos agradecidos y seguros de estar con ustedes en el corazón de Jesús, María Auxiliadora y Don Bosco.

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