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Las cenizas: oración, lcaridad y ayuno

21 febbraio 2023

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Las cenizas ponen de relieve la nada que se esconde tras la búsqueda frenética de recompensas mundanas. Nos recuerdan que la mundanidad es como el polvo, que se lleva un poco de viento. Hermanas y hermanos, no estamos en este mundo para perseguir el viento; nuestros corazones tienen sed de eternidad. La Cuaresma es un tiempo que nos da el Señor para volver a la vida, para curarnos interiormente y caminar hacia la Pascua, hacia lo que no pasa, hacia la recompensa con el Padre. Es un camino de sanación. No para cambiar todo de la noche a la mañana, sino para vivir cada día con un espíritu nuevo, con un estilo diferente. Para eso están la oración, la caridad y el ayuno.

La oración humilde, hecha "en secreto" (Mt 6,6) se convierte en el secreto para hacer florecer la vida exterior. Es un cálido diálogo de afecto y confianza, que reconforta y abre el corazón. Especialmente en este tiempo de Cuaresma, oremos mirando al Crucificado: dejémonos invadir por la conmovedora ternura de Dios, y pongamos nuestras heridas y las heridas del mundo en sus llagas. No nos dejemos llevar por la prisa, es "el secreto del amor", lejos de toda ostentación y de todo tono llamativo.

 

Si la oración es verdadera, sólo puede traducirse en caridad. Y la caridad nos libera de la peor esclavitud, la de nosotros mismos. Nos devuelve a lo esencial, a la alegría íntima de dar. La limosna, hecha lejos de los focos, da paz y esperanza al corazón

Por último, el ayuno. No es una dieta; al contrario, nos libera de la autorreferencialidad de la búsqueda obsesiva del bienestar físico, para ayudarnos a mantener en forma no el cuerpo, sino el espíritu. El ayuno nos devuelve a dar el justo valor a las cosas. De manera concreta, nos recuerda que la vida no debe estar sometida a la escena pasajera de este mundo. Y el ayuno no debe limitarse sólo a la comida: especialmente en Cuaresma, hay que ayunar de lo que crea adicción. Reflexionemos cada uno sobre esto.

 

La oración, la caridad y el ayuno maduran en secreto, pero sus efectos no son secretos. La oración, la caridad y el ayuno no son sólo una medicina para nosotros, sino para todos, porque pueden cambiar la historia. En primer lugar, porque quien experimenta sus efectos, casi sin darse cuenta, los transmite también a los demás; y sobre todo, porque la oración, la caridad y el ayuno son las principales vías que permiten a Dios intervenir en nuestra vida y en la vida del mundo.

 

Oh Señor, Tú que ves en secreto y nos recompensas más allá de todas nuestras expectativas, escucha la oración de los que confían en Ti, especialmente de los más humildes, de los más probados, de los que sufren y huyen bajo el estruendo de las armas. Devuelve la paz a nuestros corazones, devuelve tu paz a nuestros días. Y que así sea.

 

(de la homilía del Papa Francisco, Basílica de Santa Marta)

 

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