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CARTA DEL RECTOR MAYOR DON ÁNGEL FERNÁNDEZ ARTIME

El carácter popular del carisma salesiano


El carisma y la obra salesiana van frecuentemente asociados al mundo juvenil. No obstante, es importante reconocer, junto a este aspecto fundamental, la dimensión popular del carisma, que Don Bosco ha expresado a través de la fundación de ADMA, promovida por él para defender el crecimiento en la fe del pueblo cristiano.

En la Carta de Identidad carismática de la Familia Salesiana leemos: “Iluminado de lo Alto, Don Bosco se interesó también por los adultos, con preferencia para con los más humildes y pobres, por las clases populares, el subproletariado urbano, los emigrantes, los marginados, por todos los más necesitados de ayuda material y espiritual. Fieles a las orientaciones de Don Bosco, los Grupos de la Familia Salesiana comparten esta opción preferencial. La Asociación de María Auxiliadora ha insertado en su nuevo Reglamento el apostolado salesiano dirigido a la clase popular”.


En efecto, el compromiso de la Familia de Don Bosco se dirige a la gente común, sosteniéndola en el esfuerzo de promoción humana y de crecimiento en la fe, evidenciando y promoviendo los valores humanos y evangélicos de que es portadora, como el sentido de la vida, la esperanza de un futuro mejor, el ejercicio de la solidaridad.

Don Bosco valoró la religiosidad popular a través de un camino de educación a la fe para el pueblo. En esta perspectiva se expresa San Pablo VI en la Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi: ”La religiosidad popular […] si bien orientada, sobre todo mediante una pedagogía de evangelización, es rica en valores”, Evidencia, en particular, el sentido de la Providencia, con la presencia amorosa y constante de Dios, invitando a desarrollar las virtudes de la paciencia, mansedumbre, apertura a los demás.


El papa Francisco ha recordado muchas veces que la dimensión popular es una forma genuina de evangelización, que debe ser promovida y valorada. “Sería un error creer que quien va a una peregrinación viva una espiritualidad no personal, sino de “masa”. En realidad, el peregrino lleva consigo su propia historia, su propia fe, las luces y sombras de la propia vida. Cada uno lleva en el corazón un deseo especial y una oración particular. Quien entra en el santuario, siente inmediatamente que se encuentra en su casa, acogido, comprendido y sostenido”.



En este contexto renovamos la devoción a María Auxiliadora en nuestra Familia Salesiana, como quería Don Bosco.


Andrea y María Adele Damiani

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