¿De dónde proviene ADMA?
ADMA es una asociación de laicos que, fieles al carisma de Don Bosco, asumen el compromiso de vivir lo cotidiano imitando a María poniéndose, como hijos, bajo su manto. Los caminos de formación cristiana, oración, apostolado y servicio que propone la Asociación son sencillos y se distinguen por un estilo familiar y al alcance de todos. El compartir ese camino puede llevar, poco a poco, a las personas que los asumen a crecer en el deseo de formar parte de la Asociación, que no hay que entenderlo tanto como un “asumir una tarea”, sino como “acoger un don”, el de llevar a María a casa para vivir con su ayuda y en su escuela, el itinerario de fe y de seguimiento de Jesús. Para que la adhesión no sea algo formalista y superficial, sino de convicción y querida, a los aspirantes se les propone un período de preparación, que en las diversificadas realidades locales del mundo, asume formas y modalidades variadas. Como ADMA Primaria de Turín-Valdocco queremos presentar, en una serie de artículos mensuales una síntesis del recorrido formativo que hemos adoptado y que queremos compartir, para que cada grupo local pueda tener aspectos que aplicar a su propio contexto. En particular, el material que se propone quiere subrayar lo esencial que cada socio podría intentar vivir concretamente en su experiencia de fe.
Los diversos capítulos del recorrido formativo se centran principalmente en los aspectos principales de la Asociación, recordando solo de modo esencial los relativos a la organización. En efecto, la atención va dirigida principalmente a la vida de fe de cada socio, en cuanto la finalidad primaria de la Asociación, por voluntad de Don Bosco, es la defensa de la fe del pueblo y la promoción de un camino de santidad. El recorrido se divide en 8 etapas, que recuerdan los artículos del Reglamento de la Asociación. Comenzamos proponiendo la primera de estas etapas.
1. ¿DE DÓNDE VENIMOS?
El punto de partida del itinerario formativo hace referencia al art.1 del Reglamento de la Asociación que tiene como tema el acto de fundación de ADMA.
Es el mismo Don Bosco quien funda la Asociación, el 18 de abril de 1869, y quien le da el primer reglamento. Este evento debe considerarse en estrecha relación con la construcción del Santuario de María Auxiliadora, construido, consagrado e inaugurado menos de un año antes, el 5 de junio de 1868. Con la Basílica Don Bosco ve realizarse literalmente el famoso sueño de 1844, en el que la Virgen Santísima, en hábito de pastorcilla le hace ver “una estupenda y gran iglesia” en cuyo interior había “una franja blanca en la que en caracteres cubitales estaba escrito HIC DOMUS MEA, INDE GLORIA MEA”. Muchísimas personas, sobre todo del pueblo, habían contribuido con sus ofertas a la construcción del Santuario en señal de gratitud por las gracias recibidas de la Auxiliadora. Al encontrarse Don Bosco con esta realidad, decidió reunir a las personas que expresaban espontáneamente esta devoción mariana en una Asociación dirigida “a promover las glorias de la divina Madre del Salvador, para obtener su protección en la vida y en especial en punto de muerte”.
El nombre –ADMA – que Don Bosco dio a la Asociación significa Asociación de devotos de María Auxiliadora. Es, pues, necesario detenerse unos momentos sobre la palabra “Devotos”. San Francisco de Sales enseña que la “verdadera devoción”, está relacionada, ante todo, con el amor de Dios; es más, no es otra cosa que el amor auténtico que recibimos de Dios (gracia) y que nos hace capaces de corresponder a sus dones (caridad). Por esto “devotos” son aquellos que “vuelan” por el camino de la santidad, en cuanto que la “verdadera devoción” perfecciona en ellos toda acción, de la más pequeña a la más grande, haciendo a los “devotos” más cordiales y simpáticos, más animosos y dispuestos al don de sí, cada uno según la propia misión y vocación en la Iglesia.
Don Egidio Viganò, séptimo sucesor de Don Bosco al frente de la Congregación Salesiana, nos dice, además, que la devoción se traduce en actitudes de vida y en operosidad apostólica y nos invita.
“¡Llevemos a María a nuestras casas! Seremos así “discípulos predilectos” porque cuidaremos mejor nuestra filiación bautismal y sentiremos más concretamente los benéficos efectos de la maternidad de María”.
El Santuario de María Auxiliadora no representó para Don Bosco, solo la construcción de una iglesia más amplia por el número cada vez mayor de muchachos en el oratorio, sino una etapa fundamental en su crecimiento espiritual y carismático, una experiencia que contribuyó de modo decisivo a convertirlo en “el gran apóstol de la Auxiliadora” en todo el mundo.
Junto al Santuario, ADMA nace como expresión sencilla y práctica del abandono de Don Bosco en María, reconocida en particular como Auxilio de los Cristianos. A los asociados, Don Bosco propone la devoción a María como instrumento para consolidar y proteger la fe católica del pueblo cristiano e implicarlo en la actividad apostólica y educativa, valorando la religiosidad popular y orientándola hacia la sabiduría evangélica. De este modo, los asociados se convierten en signos del amor de Dios y de María, capaces de difundir entre los hombres la paz y el amor. La fe en Jesucristo y el abandono en María Auxiliadora los impulsan a promover la evangelización en la educación de los jóvenes, en las familias y en todos los ámbitos de la vida, con el compromiso y el testimonio de la vida, sin dejarse seducir por la lógica de la indiferencia y del egoísmo. El estilo se caracteriza por la familiaridad, sencillez (cosas esenciales y accesibles a todos) y practicidad, según el espíritu de Don Bosco: tocar con la mano el auxilio de María en la Iglesia y en la experiencia cotidiana.
Todo esto solo es posible reconociendo que Jesús y María están vivos y se hacen presentes y operativos en lo concreto de nuestra vida, como recuerda también Don Viganò:
“¡La Resurrección es un dato concreto realizado, hasta ahora, solo en dos individuos de nuestra estirpe humana: Jesús y María!” […] Nosotros, al proponernos imitar al discípulo preferido en “llevar a María a su casa”, entendemos profundizar con seriedad el fuerte realismo de la resurrección […] según el estilo y lo concreto tan acorde con el espíritu de Don Bosco y característico de su devoción a María con el título de Auxiliadora”.
Gian Luca e Mariangela Spesso
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