El camino hacia el Paraíso
San Luis María Grignon de Montfort, en su “Tratado de la verdadera devoción”, escribe que la especial mediación de María en la vida de sus hijos es posible porque, Ella, entre todas las criaturas, es la más “conforme” a Jesucristo, o la más semejante y la más cercana a Él,
Para ser verdaderos devotos es importante renovar las promesas bautismales que implican la renuncia al mal y al pecado y una total adhesión a Cristo.
En todo esto, amemos a María y dejémonos amar por Ella que nos toma de la mano para conducirnos a Jesús.
En otro pasaje, el Rector Mayor afirma:
“María es Madre y Maestra y nos sostiene, para que podamos ‘volar’ en el camino de la santidad.”
Es una sencilla llamada, accesible a todos, que caracteriza la dimensión popular de nuestra Asociación. Se nos propone vivir “la verdadera devoción”, un intercambio de amor con María que valora nuestra relación con Dios y con el prójimo.
Los miembros de ADMA están invitados a llevar este don a todos los ambientes en que trabajan, viviendo con intensidad la vocación cristiana.
Don Bosco nos ofrece ayuda, como nos recuerda don Pedro Broccardo:
“Don Bosco, santo lleno de Dios, está al mismo tiempo lleno de María. Toda la vida gira, después de Dios y en dependencia de Dios, en torno a la Virgen.”
En la experiencia de Don Bosco, el amor a María y el amor a la Eucaristía van siempre juntos, son las dos columnas que mantienen la vida y la misión de la Iglesia.
Los “devotos” de María Auxiliadora están invitados a ser protagonistas de la celebración eucarística, ofreciendo la propia vida, sus penas y alegrías, para que crezca la comunión en la familia, en el ambiente de trabajo y en las comunidades eclesiales.
María es maestra de sabiduría, es profeta, pero es también una mujer de pueblo concreta, activa y sabia en las experiencias de lo cotidiano.
La figura de mamá Margarita remite mucho al imaginario mariano de Don Bosco y nos recuerda una vez más, que los “devotos” de María Auxiliadora deben ser profetas con su vida, testigos valientes, en grado de acompañar a los demás.
Don Ángel concluye este capítulo presentándonos el bellísimo cuadro de María Auxiliadora en la basílica de Valdocco, en el que María se nos presenta majestuosa, rodeada de la corte celestial con la corona en la cabeza y el cetro en la mano: una Reina poderosa en la lucha contra el mal.
María interviene diariamente en nuestras vidas, y en los momentos más difíciles mantiene encendida la luz de la esperanza.
Andrea y María Adele Damiani
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