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Fermento de fraternidad

Queridos amigos de ADMA,

Nos encontramos de lleno en este año 2023; hemos vivido intensamente la fiesta de San Francisco de Sales en la clausura del 400 aniversario de su nacimiento, la fiesta de nuestro padre San Juan Bosco y ahora nos preparamos para vivir el tiempo de Cuaresma; tiempo de reflexión, de desierto y de preparación a aquel evento, a aquella promesa que ha transformado para siempre nuestra existencia: la resurrección de Jesús.


Pensando precisamente en la Cuaresma, la invitación es la de utilizar este tiempo para hacer que sigan resonando las palaras del Aguinaldo, de manera que no queden como una invitación aislada, sino que penetren en lo profundo del corazón, nos acompañen en nuestro camino y se conviertan en alimento para alimentar las pequeñas resurrecciones cotidianas del hombre.


Sería una buena cosa reflexionar durante este tiempo en la necesidad de ser en el mundo, unos para otros, esa pequeña cantidad de levadura, a veces imperceptible como el polvo, que da la sensación de diluirse inútilmente en algo más vasto; y sin embargo nunca es inútil sino algo vivo con la capacidad de remover y actuar de modo callado y misterioso.


Precisamente como el reino de Dios que, como dice la escritura, “… no viene aparatosamente, ni dirán está aquí o está allí porque, mirad, el reino de Dios está en medio de vosotros” (Lc 17; 20-21).

Ser pequeños, pero saber dar la vida, fecundar, hacer fermentar. Podemos pedir en la oración todos juntos, la gracia y la fuerza de asumir esta actitud.


En esta Cuaresma comprometámonos como asociación a vivir las condiciones esenciales para que el milagro de la fermentación del reino de Dios siga actuándose:


  1. Tener la humildad de reconocer que “ser levadura” es, ante todo, una gracia que hay que pedir. No somos fermento por nosotros mismos, sino solo si el Espíritu Santo nos hace tales;

  2. Recordar que la levadura es como el polvo hecho de miles de partículas o como una pasta blanda capaz de desmenuzarse. Nunca seremos fermento solos, sino juntos, mezclándonos y colaborando de manera corresponsable para que vuelva la paz, disminuya la pobreza y se respete lo creado;

  3. Saber que, si la levadura permanece como levadura, se corrompe; para que esto no suceda la levadura se mezcla con la harina, Solo con la valentía de mezclarse entre la gente, sin preconceptos ni prevenciones, conscientes de los problemas que afligen a la humanidad, tendremos y seremos pan sabroso y compartido;

  4. Saber, finalmente, que el buen pan requiere tiempo de espera y la delicadeza del reposo. Queremos ser dóciles y serenos al presentar siempre nuestra actividad, nuestros esfuerzos y propósitos al Señor; sabiendo esperar como María sin desanimarnos, manteniendo la alegría, descubriendo la belleza y aceptando ver fermentar la harina solo según los tiempos de Dios.


Feliz camino en espera de la resurrección de Nuestro Señor Jesús.



Renato Valera, Presidente ADMA Valdocco.

Alejandro Guevara, Animados Espiritual ADMA Valdocco.

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