NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES
Queridos amigos de ADMA:
Estamos inmersos de lleno en el tiempo cuaresmal que nos prepara para la celebración de la mística cristiana, centrada en la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Para llegar a la luz es preciso pasar por la cruz.
El Papa Francisco en su mensaje para vivir este año la Cuaresma nos invita a contemplar la experiencia de la Transfiguración, donde la voz que se ha oído desde la nube, ha dicho: “¡Escuchadlo!” (Mt 17,5). Por tanto la primera indicación está bien clara: escuchar a Jesús. La Cuaresma es un tiemo de gracia para escuchar a Aquel que nos habla ¿Y cómo habla? Ante todo en la Palabra de Dios que la Iglesia nos ofrece en la liturgia. No la dejemos caer en el vacío. Si no podemos participar siempre en la Misa meditemos las lecturas bíblicas del día, incluso con ayuda de internet. Además de hablarnos en las Esrituras, el Señor lo hace a través de nuestros hermanos y hermanas, especialmente en los rostros e historias de quienes tienen necesidad de ayuda.
Un poco después la voz dice: “Levantaos, no temáis”. Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo” (Mt 17,6-8). Esta es la segunda exhortación para esta Cuaresma: No refugiarse en una religiosidad hecha de eventos extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo a afrontar la realidad con sus trabajos cotidianos, sus dificultades y contradicciones. La luz que Jesús muestra a sus discípulos es un anticipo de la gloria pascual y hacia ella debemos caminar, siguiendolo “solos”. La Cuaresma está orientada a la Pascua. El “retiro” no es fin a sí mismo,sino que nos prepara a vivir la pasión y la cruz con fe, esperanza y amor, para llegar a la resurrección.
No es fácl afrontar las dificultades, superar los obstáculos, vivir los sufrimientos que la vida cotidiana nos presenta. Por esto contemplamos a la Madre Dolorosa. Nadie como ella puede entender nuestros “dolores”. Ya sabemos que en el designio salvífico de Dios (Cfr. Lc 2,34-35) están asociados a Cristo crucificado y a la Virgen Dolorosa, como lo están en la liturgia y en la piedad popular.
Como Cristo es el “varón de dolores” (Is 53.3), cargando así con todos los dolores del mundo, para “reconciliar consigo todas las cosas: las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col 1,20), así María es la “mujer dolorosa” , que Dios ha querido asociar a su Hijo como madre y partícipe de su Pasión.
Podemos decir, en especial en este tiempo de penitencia, que toda la vida de la Virgen, desde los orígenes de la vida terrena de Jesús, ha corrido su misma suerte participando en el rechazo de su Hijo (Cfr. Lc 2,35). Sin embargo la piedad del pueblo cristiano ha indicado, en el tiempo, siete episodios principales de la vía dolorosa de la Madre y los ha considerado como los”siete dolores” de la Virgen María.
Asi, según el modelo del Viacrucis, surgió el piadoso ejercicio de la Via matris Dolorosae, o siplemente Via Matris, aprobada por la Santa Sede. Desde el s. XVI se conocen formas incipientes de la Via Matris, pero en su forma actual no es anterior al s. XIX. La intuición fundamental es considerar toda la vida de la Virgen, partiendo del anuncio profético de Simeón (Cfr. 2, 34-35) hasta la muerte y sepultura del Hijo, como camino de fe y de dolor: un camino articulado en siete “estaciones” que corresponden a los siete dolores de la Madre del Señor.
El ejercicio de la piedad de la Via Matris, se armoniza muy bien con algunos temas propios del itinerario cuaresmal. Como el dolor de la Virgen tiene su causa en el rechazo que Cristo ha sufrido por parte de los hombres, la Via Matris remite necesaria y constantemente al misterio de Cristo, al varón de dolores (Cfr. Is 52,13-53 12), rechazado por su mismo pueblo (Cfr. Jn 1,11; Lc 2, 1-7; 2,34-35; 4, 28.29; Mt 26,47-56; Hch 12:1-5). Y se refiere también al misterio de la Iglesia: las estaciones de la Via Matris son etapas del camino de fe y de dolor en el que la Virgen ha precedido a la Iglesia. La Via Matris tiene como máxima expresión la “Piedad”.
Queridos amigos: os invito a rezar, junto con María, por tantas personas que sufren en nuestro mundo: Oh Dios, que has querido que junto a tu Hijo levantado en la cruz, estuviese pesente tu Madre Dolorosa: haz que unidos con Ella en la pasión de Cristo, participemos en la gloria de la resurrección. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Provechosa Cuaresma para todos bajo la mirada de María.
Renato Valera, Presidente ADMA Valdocco.
Alejandro Guevara, Animador Espiritual ADMA Valdocco.
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