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Un año de caminar con Jesús y María

Queridos amigos y amigas de ADMA:

Henos aquí al final de este año formativo y pastoral que con la fiesta de María Auxiliadora el 24 de mayo, de la Consolata el 20 de junio y después de los últimos encuentros y actividades que preceden al descanso estivo, llega a su conclusión.

Podemos, pues, tomarnos un momento para hacer individualmente, en familia o como asociación, una pequeña revisión.


En primer lugar, queremos dar gracias por lo mucho recibido en este año: los nuevos grupos formados en el mundo, los nuevos asociados, el regalo de nuestros sacerdotes y nuestros guías, las pequeñas y grandes gracias que hemos recibido muchos de nosotros, el don de la fe. Como Don Bosco no debemos nunca dejar de agradecer y de maravillarnos por los dones que el Señor nos concede por intercesión de su Madre.

Después, queremos preguntarnos: ¿cómo ha sido nuestro camino en este año? ¿Nos hemos acercado más al corazón de Jesús y de María? ¿Nuestros grupos han puesto siempre en el centro la relación y ese estilo sencillo que ha inspirado a Don Bosco la fundación de ADMA? Más aún, ¿hemos dado pasos en la comunión y comunicación? ¿Nuestra pertenencia y formación a ADMA nos ha llevado también a dedicarnos al apostolado y al servicio?


Muchas otras preguntas podríamos plantearnos, no para juzgarnos los unos a los otros o para hacer una evaluación humana de nuestra actividad, sino solo para crecer en la fe, acompañados por la misericordia de Dios.

Es grato, pues, hacer una pausa y retomar el hilo de nuestro camino: este año desde septiembre hasta hoy hemos intentado ir a lo esencial, a la raíz de nuestra pertenencia, y de nuestra fe, acercándonos a las fuentes más profundas de la espiritualidad cristiana, salesiana y mariana.



Lo hemos hecho, en primer lugar individualmente, poniendo en el centro nuestra vida interior, pero después, teniendo presentes a los asociados y a tantos grupos agregados a ADMA Primaria, haciéndonos acompañar de la Palabra de Dios, de Don Bosco y de San Francisco de Sales.

Hemos hecho un itinerario de 12 etapas, todas ellas de un valor inmenso: redescubrirse como hijos y sentirse amados por Dios para iniciar y cultivar después, la relación con Él en la oración y crecer todavía más en la entrega y confianza en el Señor, aun en las dificultades, alimentarnos con el inmenso don de la Eucaristía, aprendiendo como María a hacer todo por amor, redescubrir la alegría, ejercitar nuestras virtudes, ir al encuentro del Padre y a su abrazo en el sacramento de la reconciliación, imitar a María en sus actitudes y, en fin, permanecer unidos a Dios en lo cotidiano.


Ahora, durante el verano y en la pausa de las actividades pastorales y del trabajo, procuremos encontrar un pequeño espacio para reflexionar y repensar el camino hecho. Dejémonos guiar por María, pidámosle que nos lleve allí donde nuestro corazón ha vibrado, que nos haga volver sobre nuestros pasos hasta el punto donde el Señor nos espera para recobrar fuerza en su abrazo y continuar el camino a nuestro lado.


Renato Valera, Presidente ADMA Valdocco.

Alejandro Guevara, Animador Espiritual ADMA Valdocco.

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